domingo, 23 de noviembre de 2008

DiCCioNaRiO De La ReaL CoMiDa PeRuaNa...

Hace algún tiempo la comida está sobre el tapete (no sobre el plato) en la agenda nacional, superando al turismo que era el manoseado caballito de batalla que nos rescataría del atraso y la pobreza.

Somos pobres, sí, pero comemos rico. Sino que lo digan los extranjeros que se van llorando de alegría luego de comer maravilla tras maravilla (o ají tras ají). O el éxito de los restaurantes y cheffs peruanos en todo el mundo.

Como dicen con sabiduría los chinos que se sientan alrededor de la olla de arroz, "antes de debatir nada primero vayamos al grano": en el Perú la comida está en todos lados. Sobre todo en nuestra lengua.

La lengua a la que se hace referencia no sirve para tragar, sino para comunicarnos. El peruano utiliza términos culinarios para nombrar desde cosas abstractas e insustanciales, como la "simpleza" o la "facilidad" ("papaya"); hasta sustanciales y sustanciosas como el órgano femenino ("papaya").
En el Perú hablamos con la boca llena y no es mala educación. Nuestro país es puro sabor, y nuestro léxico todo un menú:

Cuando queremos insultar a alguien le soltamos "ajos" y "cebollas", cuando le llamamos la atención de manera más seria le metemos un "café".

Varios conocedores hacen referencia nuestro delicioso vocabulario:

"Nosotros vemos comida por todas partes (...) cuando vemos piernas decimos "yucas". Cuando vemos tetas, pensamos en "melones". Cuando vemos traseros, imaginamos un "queque". Nos hacemos "paltas" cuando estamos en problemas. (...)Tiramos "arroz" cuando queremos zafar de un compromiso..."

Agregaría algunos términos para completar la listilla, fiel al estilo siempre eroticoide y amañosado del macrocéfalo Hevia, con términos más elaborados como: "chifarse" (tirarse a alguien - de "chifa": restaurante peruano de comida china), "mamey" (fruto peruano y término que hace referencia al sexo oral y en el caso específico de cunilingus se dirá "sopa"), lo mismo que "papa" (idem que la "papaya" líneas arriba) y, para no ser tan procaz cerremos con "camote" (tubérculo dulce, conocido como batata y palabra utilizada para definir cierto sentimiento de apego con ternura y devoción - "le agarró camote").

Decimos de nuestro prójimo que tiene un "turrón" cuando le apesta la boca, cuando algo es difícil esta "yuquísima" y cuando es fácil "mantequilla". Le "tiramos un bisté" cuando queremos darle una miradita a alguien y si está guapo decimos que tiene "pepa".

Cuando estamos con un rollo complicado es una "vaina" y si encontramos a alguien que nos ayuda en ese difícil trance es un "pan". Cuando pasa el tiempo y se convierte en nuestro mejor amigo, qué mejor que decirle que es nuestro "causa". Por el contrario a ese conocido que lamentamos encontrar le llamamos el compadre "ají" (ese que nos pica - de picar: sacarnos algo).

A esos que nadie invita y están en la fiesta o los que acostumbran comer con nuestra plata son "camarones", a las de cara difícil de mirar se les menciona como "tramboyos" (pescado de aspecto horroroso, pero bien preparado... es rico) y en el mar embravecido de las discotecas al género completo se les dice "pescados". Es común ver gente en la noche que sale a "pescar" y que tienen buena "leche" (lecheros), otros en cambio nadie los acepta por "quesos".

La lista es interminable, hay como "cancha" (maís tostado) de palabras que no voy a poner, pero mejor la corto porque esto se me está haciendo una "ensalada".

De: Lito Lobo Blog, http://litolobo.blogspot.com/2006_09_01_archive.html

4 comentarios:

Omar dijo...

Nuestro vocabulario es florido y folklorico, sin llegar a excesos claro, buen articulo

Margarita dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Margarita dijo...

la verdad es que me sentí familiarizada con este artículo, inclusive no me había dado cuenta hasta que lo leí y sí es cierto no paramos de pensar en comida y creo que es algo propio de nosotros muy interesante este tipo de datos y obviamente apela a la cotidianidad de cada uno, cosa muy atrayente para el lector.

Regina Rosas dijo...

Muy interesante, la riqueza de nuestra creatividad no se queda solo en la gastronomía, sino que damos muestra de ello, hasta en nuestro hablar cotidiano, que constantemente nos recuerda lo rico que comemos.